Leamos 1° Corintios 11:5 - 14:34 y 35
En un tema que ha dado tanto que hablar a lo largo de la historia del
cristianismo, transcribiremos lo que Ángel Negro
enseñó sobre el particular en el retiro de esposas de pastores en Villa
Giardino (Cba.), en el año 2008.
No hay ninguna mención que los dones espirituales son para los hombres
solamente. Hombres y mujeres pueden recibir y ejercer los dones espirituales
(12: 1 al 14). Pablo dice “la mujer que
ora o profetiza” (11:5). Felipe tenía cuatro hijas profetizas (Hch. 21: 8 y
9). La mujer puede levantarse en la congregación y dar una palabra profética,
de consolación, de edificación y de exhortación (14:3). ¿Puede la mujer echar
fuera demonios? Puede hacerlo, pero guardando 1 Cor. 11:10, con la cobertura
necesaria por causa de los ángeles caídos.
¿Qué cosas, según las sagradas
escrituras, debe hacer y qué no debe hacer la mujer en las reuniones congregacionales?
-Puede ejercer dones carismáticos.
-Puede orar, cantar, cantar en el espíritu, bendecir al Señor.
-Puede ser diaconiza y llevar adelante un área de servicio aún en las
reuniones generales.
-Puede enseñar la palabra recibida de sus pastores a mujeres y niños.
-Puede evangelizar.
-Puede dar testimonio público de su fe.
¿Qué no puede según las escrituras?
-No puede enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre. (1° Tim. 2:12).
Por tanto no puede ejercer los dones o ministerios que son propios del
magisterio de la iglesia citados en Ef.
4:11.
-No puede pastorear, ni gobernar.
¿Qué significa lo que dice en 1° Cor. 14: 34 y 35?
En estos dos pasajes hay una palabra que se repite APRENDER. El no
hablar en público está relacionado con el aprender. En 1° cor. 14: 23 al 35
varias veces menciona que todos pueden ejercer los dones de profecía, lenguas,
interpretación, además de salmos, doctrinas y revelación. Parece incoherente
que después de todo esto diga que las mujeres no pueden hablar.
Por lo que se nota en estos dos pasajes, parecería que está relacionado
con preguntar o hablar para aprender. Entiendo que para Pablo no es decoroso
que se haga una discusión o una controversia sobre aquello que la mujer no
entiende o no está de acuerdo. Hoy diríamos que no es sano que discutan
públicamente un pastor y una hermana. Podría darse el caso que en la discusión
la mujer podría salirse de la cobertura y se abra una brecha de influencia
espiritual trayendo malestar a la vida de la iglesia.
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