Como
cristianos tenemos dos alternativas: ser flor caduca o flor en ciernes.
“¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor
caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil
de los aturdidos del vino!” Isaías 28: 1
“Porque
cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y
perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus
empresas” Santiago 1: 11
La
flor caduca
Caduco
es algo que se aplica al órgano de una
planta, generalmente la hoja, que se desprende durante una época del año.
De poca duración o que se estropea en un plazo de tiempo.
Caducar
es terminar un ciclo o un periodo.
Flor
caduca es aquel que durante años sirvió al Señor con esfuerzo, sacrificio y ahínco,
pero hoy no lo hace de la misma manera, se dejó estar, entro en pasividad. Es
aquel que entregó los mejores años de su juventud y adultez al Señor pero las
circunstancias de la vida lo apagaron, aplastaron y terminó siendo una flor
marchita.
Efraín
se convirtió en flor caduca por causa de la soberbia “yo puedo” “yo hice”. Se
la creyó. Pensó no había en el mundo una flor y un valle tan fértil como el
suyo. Pero su gloria y hermosura pereció. Podemos pensar en lo que hacemos con
orgullo, sin darnos cuenta que esto el principio del fin, de la decadencia.
Efraín
también se aturdió con el vino. Los vicios, en este caso el vino, el alcohol en
todas sus expresiones, son causantes de la pobreza espiritual, estropea lo
bueno y bello que Dios quiere hacer en la persona.
Nos
transformamos en flor caduca cuando fuimos instrumentos de bendición, de paz, y
hoy salen críticas, enojos, broncas de nuestra boca.
Somos
flor caduca cuando hicimos surcos para otros dedicándonos a la formación de sus
vidas, siendo referentes, pero en la actualidad vivimos para nosotros, para
nuestros negocios, nuestros placeres, nuestras cosas.
Somos
flor caduca cuando hemos salido a predicar el evangelio por años, a las plazas,
los parques, las calles. Sin embargo, hoy nos encontramos dentro de las cuatro
paredes, del salón al grupo familiar y el grupo familiar al salón, sin
perspectivas de obra y de misión.
La
flor se marchita por el sol abrasador, así también podemos marchitarnos por
causa de las pruebas, los conflictos, las frustraciones, en vez de volver a
florecer.
Flor
en ciernes
La
frase “en ciernes” significa que está empezando a crecer, a brotar, como algo
esperado, novedoso, bello. No está totalmente perfeccionado, pero va en vías de
ello.
“Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la
canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La
higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate oh
amiga mía, hermosa mía, y ven” Cantares 2: 12
Flor
en ciernes son aquellos que muestran a Cristo en sus acciones, los que han
menguado para que El crezca. No somos nosotros la “flor en ciernes” es Cristo
en nosotros, esa preciosa flor.
Flor
en ciernes son los que destilan grato olor, buena fragancia de haber sido salvos
por la sangre de Cristo, antes tenían olor de perdición ahora de salvación. El
mundo y los cercanos lo pueden olfatear. ¿Sabías que los cristianos también son
olfateados por la gente? Este grato olor
también debe pulular en la casa, con su familia, estando con los suyos. En
algunos sitios se percibe un aroma de tensión, de peleas, de indiferencia, no
de la presencia de Dios.
Es
fácil perfumarse para ir a la reunión, pero este es otra clase de perfume, que
proviene del cielo, que provee en Espíritu Santo.
“Porque
fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan” 2°
Corintios 2:15 (Biblia de los Hispanos)
Pero
también hay otro olor, que es de perdición, del mundo, del pecado (Ej. mis
ropas cuando me convertí)
Flor
en ciernes es quien mantiene fresca y fragante su vida, porque se renueva en el
Señor y en el poder de su fuerza, por supuesto que la flor natural se marchita
pero no así los discípulos de Jesús.
La
flor que está en ciernes es aquel que cuyas aspiraciones de misión están
intactas, día a día y por años prosigue con su tarea de extender el reino, en
medio de sus dificultades y problemas.
Flor
en ciernes es aquel que los demás lo buscan, lo siguen, él ama y recibe más amor.
Pero no solamente de un grupo predilecto, sino de toda clase de personas, aún de
los que emanan el hediondo olor del pecado. En realidad, no lo buscan a él,
sino al Cristo que mora en él.
Las
escrituras nos prometen que nuestras vidas florecerán:
Salmo
92: 12 “El justo florecerá como la
palmera; crecerá como cedro en el Líbano”
Isaías
27: 6 “En los días venideros Jacob echará
raíces, Israel florecerá y brotará, y llenará el mundo entero de fruto”
Oseas
14: 5 “Yo seré a Israel como rocío; él
florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano”
¿Eres flor caduca o flor en
ciernes?
¡Qué
tu amor, oh Señor, hoy vuelva a florecer, quiero hoy sentirlo en mi ser!
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