Existen varias herramientas fundamentales para que la esposa de pastor ante las situaciones adversas no se desaliente en el ministerio.
Testigo de sus luchas
Brenda estudió a su esposo Steve
mientras este dormía. Sentía por él una profunda carga en el corazón, y oró en
silencio. La vida y el ministerio habían sido difíciles durante el último año.
Unos conflictos crecientes con ciertos miembros de la junta, los problemas
económicos, y la muerte del padre de él habían dejado su huella.
Aunque en la iglesia parecía ser
el mismo de siempre, en la casa estaba retraído, letárgico, y taciturno. Con
frecuencia hacía comentarios negativos acerca del ministerio y de su capacidad
como pastor. Pasaba más tiempo en la casa, pero la mayor parte de ese tiempo se
lo pasaba viendo televisión o durmiendo en el sofá. No devolvía las llamadas a
sus amigos. Los intentos de ella por sacarlo de esa situación chocaban con su
irritabilidad y su actitud de estar a la defensiva.
Brenda suspiró.
¿Qué hace la esposa de un ministro
cuando su esposo se halla en medio de luchas emocionales? Por naturaleza, la
mujer tiende a proteger. Quiere ayudar y consolar a las personas cercanas a
ella que se hallan angustiadas. Además, en el ministerio la vida y la ocupación
se encuentran íntimamente entrelazadas. La esposa de pastor sabe que, si su
esposo sigue batallando, esto podría afectar el futuro de la familia completa.
Anticípese al desaliento
El pastor y su esposa pueden
trabajar en la búsqueda de una solución, aun antes de que lleguen el desaliento
y la depresión: cultivar una atmósfera de seguridad en el hogar donde sean bien
recibidas la sinceridad y la revelación de lo que hay dentro de ellos. Esto es
posible cuando se es un cónyuge que sabe escuchar, y pocas veces usa los
consejos y las correcciones.
Si lo que un líder revela a su
cónyuge es recibido con una reacción extrema, con críticas y desesperación,
pronto aprenderá a limitar su nivel de vulnerabilidad ante su esposa. En una
atmósfera donde ambos comparten y son sinceros, la esposa puede expresar sus
preocupaciones respecto a la depresión y el estado de humor de su esposo. Así
se habrá ganado el derecho a hacerle sugerencias, o a conducirlo con delicadeza
hacia las soluciones posibles.
La depresión es un asunto de
familia. Se debe hablar de ella en familia, y las soluciones se deben enfocar
en familia. La depresión del pastor también se debe hablar con los líderes de
la iglesia.
Busque ayuda externa
En la mayoría de los casos, es un
estado temporal de la mente, y se puede tratar, tanto desde la perspectiva
espiritual como desde el psicológico. Si es necesario, obtenga ayuda del
exterior. Tal vez se necesite disponer de otro modo las responsabilidades
familiares por un tiempo. La persona deprimida necesitará mucha oración y apoyo
espiritual mientras consigue liberarse de esta dificultad.
Defina qué es apoyar
Ser una esposa que apoya no es lo
mismo que ser una esposa codependiente. La esposa codependiente toma sobre sí
la responsabilidad de asegurarse de que su esposo muestre una buena apariencia
y que se comporte correctamente. Esta tarea es demasiado grande para cualquier
mujer. A ella la llevará a la frustración, y, a él, al resentimiento; al mismo
tiempo que la deja sin dar lo mejor de sí.
La esposa que apoya comunica a su
esposo que ella está a su lado, y que confía en que Dios está en la vida de él.
Le ofrece un amor incondicional y lo ve siempre de manera positiva. Se ofrece a
ayudarlo de formas razonables, tomando en cuenta sus propias limitaciones.
Reconoce que es incapaz de resolver todas las limitaciones de él, y renuncia a
tratar de controlarlas. Dedica su energía a enfrentarse a sus propios asuntos,
donde será más eficaz.
Deposite su carga en el Señor
Al volver su atención al sermón,
Susana sintió que brotaban en ella la compasión y la admiración por su esposo.
Semana tras semana lo daba todo por llevar la verdad de Dios a la gente de su
congregación. Raras veces se tomaba un día libre, y cumplía con apasionamiento
su llamado, pues sentía la carga de las necesidades que padecía la gente de la
comunidad. También se esforzaba intensamente por ser un buen esposo y padre.
Ella tomó la resolución de apoyarlo mejor y ser más positiva. Recordó que a
Dios le importaba más que a ella misma el bienestar y futuro de él. Respiró
profundamente, susurró una oración para pedir fortaleza, y se acomodó para
escuchar el resto del sermón.
Busque en
los cuatro números anteriores de Apuntes Pastorales el primero, segundo,
tercero y cuarto retos para que la esposa de pastor supere el desánimo en el
ministerio.
La autora,
ha sido esposa de pastor por más de veintiocho años y es consejera profesional;
radica en Beaverton, Oregón. Es oradora en retiros y conferencias a nivel
mundial.
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