(Extracto del libro: Matrimonio: ¿sueño o pesadilla? Silvia Palacios de Himitián. Editorial Logos. Buenos Aires. 2002. Páginas 54-57)
No
hay nada más perjudicial que forjar un hombre (o mujer) ideal en la imaginación
y luego buscar alguien que encaje dentro de ese perfil que hemos dibujado para
poder amarlo. Nos confundimos creyendo que sólo proyectamos en ese ideal
nuestros deseos y aspiraciones mientras esperamos que llegue a nuestra vida esa
persona que los cumplirá todos.
Finalmente
aparece alguien que sentimos que debe ser. Y aún antes de conocerlo a fondo le
endosamos todo el cúmulo de virtudes y perfecciones que hemos soñado. Sobre su
rostro, su sonrisa, su personalidad, dibujamos ese otro ser ideal que está
dentro de nosotros, Como si el real, el que tenemos enfrente, fuera sólo una
pantalla en blanco, proyectamos sobre él la imagen creada en nuestras mente. Le
atribuimos una personalidad que no siempre coincide con lo que el otro es en
realidad. Y, por supuesto, obviamos todo defecto, se trata de un enamoramiento
ilusiorio y pasajero. El ser que aman, en realidad no existe. Es apenas una
fantasía de su mente.
Muchos
se casan con un ideal, un sueño, una imagen virtual que no coincide para nada
con la realidad que van a encontrar después. Y cuando descubren al ser real que
existe detrás de la ilusión, lo rechazan, lo desprecian y descargan toda su
agresión sobre él por no ser lo que esperaban. Sobreviene la decepción. Se
sienten defraudados. Han imaginado un ser ideal y luego maltratan al ser real
por no adecuarse a sus sueños. Y el otro no entiende por qué. Si siempre ha
sido igual ¿por qué este rechazo ahora?…
No
tenemos derecho a pedirle a nadie, ni mucho menos exigirle, que sea un dechado
de perfecciones mientras nosotros mismos somos imperfectos y falibles. No
busques al hombre de tus sueños o a la mujer de tus sueños: ¡descubre y
comienza a apreciar al ser real con quien te has casado! Tu marido, tu esposa
no tiene la culpa de no ser como tú lo has soñado. No es él o ella quien debe
cambiar, sino tu concepción de las cosas.
Necesitas
volver a mirar a esa persona y descubrirla en su realidad. No es perfecta. ¡Nadie
los es!
Tú
tampoco. Con el tiempo tal vez encuentres en ella valores más trascendentes que
los que tú le otorgaste en tus sueños.
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