Actitudes de la esposa que contribuyen a fortalecer la unidad matrimonial:
1. Saber compartir. Lo bueno, lo malo, las cargas, el esparcimiento, etc.
2. Saber alentar. El marido no es de material plástico. Necesita apoyo, estímulo, aliento. Recibirlo con alegría cuando llega del trabajo y no cargarlo con nuestros desánimos.
3. Saber apreciar. Nuestro marido tiene valores. Ignorarlos o menospreciarlos es sumamente peligroso, pues deteriora injustificadamente su imagen y destruye la unidad. No nos detengamos en sus defectos (si somos honestas, son pocos), sino apreciemos y elogiemos sus virtudes. Estimemos también sus opiniones y prestémosles atención.
4. Tener un trato respetuoso y cálido. Todo esposo merece ser dignificado por su esposa en el trato. Pero además necesita recibir la expresión cálida de su afecto a través de palabras, gestos, actitudes. Desechemos las formas impersonales insulsas e insípidas de hablar. Transmitamos amor. ¡ENAMOREMOSLO DE NUEVO CADA DÍA!
5. Cuidar el aspecto físico. Preocupémonos. Mantengámonos jóvenes y bonitas tanto como podamos. Cuidemos la silueta (un poco de gimnasia no viene mal). Luzcamos bien peinadas, pulcras y bien vestidas (con sencillez). Tenemos el deber de ser atractivas para nuestros maridos (¡!!UNICAMENTE!!!) Ellos no tienen por qué tener una esposa de segunda, ni andar deseando nada por ahí. ¡Está dentro de nuestras posibilidades!
6. Mantener buenas relaciones sexuales. No negarnos. No simplemente soportarlas. Predisponernos a disfrutarlas. Ser creativas (ambiente, música, ropa, etc.) Conversar con el marido para mejorarlas.
7. Estar actualizadas. Saber que pasa en el país, en el mundo, en la iglesia, para poder mantener una conversación de un nivel interesante. De paso, no hablemos nosotras todo el tiempo, dejémosle lugar a él.
8. Cultivarse. Leamos. Aprendamos. Los límites del mundo no son las paredes de nuestro hogar. Trascendamos un poco esas fronteras para progresar.
9. Tener un espíritu animoso. Estemos dispuestas a acompañar al marido en cualquier momento y en cualquier cosa que emprenda, sea un paseo, un negocio, una visita, etc. Hace falta una pizca de espíritu aventurero…
10. Ser capaces de romper la rutina. Efectuemos algún cambio en la casa. Preparemos una cena distinta. Planeemos un paseo relámpago”. Compremos unas flores. Salgamos los dos solos a pasear.
11. Ser buena ama de casa. El hombre aprecia mucho a una mujer confiable. Una mujer que sepa mantener limpia y ordenada la casa, que se ocupe de la ropa (que lave, planche y…....), que cocine bien y sepa administrar el dinero. Si dominamos estas “ciencias”, evitaremos muchos problemas, ya que aún algunos de los puntos mencionados más arriba no se podrán poner en práctica si no existe un ambiente de orden y paz.
12. Ser sujeta. Concibamos la sujeción así: obediencia como expresión de amor, No coarta la libertad, sino que la canaliza. Encauza toda actuación hacia el logro de un fin común. No utilicemos las lágrimas para alcanzar fines impropios.
Actitudes de la esposa que contribuyen a resquebrajar la unidad matrimonial:
1. Guardar resentimientos. El Señor nos manda a perdonar. Por ser una relación tan cercana la que nos une, es imprescindible hablar, comunicarse, aclarar situaciones, pedir perdón. Hay que mantener los canales de comunicación permanentemente abiertos.
2. Manejar separadamente el dinero. Esto se da cuando los dos ganan un sueldo. No caben expresiones como “tu dinero” y “mi dinero”. Es “nuestro dinero”. Debe existir un único fondo que se usará según las necesidades del hogar.
3. Dar igual trato a los familiares de ambos. Otra vez, no hay tal cosa como “mi familia” y “tu familia”. Es “nuestra familia”. Igual aprecio y trato. Recordar que nuestros hijos aman tanto a una familia como a la otra. Nosotros debemos cultivar una actitud similar a la de ellos. Nunca creemos tensiones en los chicos no les llevemos a tomar partido.
4. Ser posesivas. Recordemos que el marido no es un objeto de nuestra propiedad. Tenemos derecho a su afecto y compañía, pero no podemos tiranizarlo con demandas indebidas. Sepamos compartirlo. Si la obra lo absorbe demasiado, sería bueno conversar con calma, buscando soluciones, o recurrir a la ayuda y orientación de los pastores.
“POR TANTO, LO QUE DIOS JUNTO, NO LO SEPARE EL HOMBRE”…………..; ¡LA MUJER TAMPOCO!.
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